Vamos a soñar el futuro

El pasado está en bucle, apágalo. Björk.

La visión del futuro no es un mapa, es una invocación.
Un llamado a crear lo que aún no existe.
No lo que es probable, sino lo que deseamos profundamente.

El deseo es la fuerza que disloca el tiempo lineal.
Lo que nos permite dar el salto en la espiral.
Comenzar el camino ascendente.
Sostenidos en el pensamiento crítico y propulsados por la imaginación práctica,
podemos abrir grietas en el presente, permitir que lo nuevo emerja.

No se trata de predecir, sino de diseñar:
¿cómo queremos vivir?
¿Cómo habitan nuestros cuerpos ese porvenir?
¿Cuáles son los ritos que marcarán nuestro habitar del tiempo?
¿Con qué materiales vamos a configurar el espacio?

Los estudiosos del futuro nos invitan a hacer visible lo invisible.
A nombrar lo que tememos, lo que anhelamos, lo que creemos inevitable.
Y luego, con delicadeza, desmontarlo.

Ensayar otra posibilidad.

Desde Agua Erguida, te propongo imaginar futuros a través de nuevas experiencias con el agua, el espacio y la intimidad, en un espacio donde lo poético, lo científico y lo ético encuentran lugar.

Futuros donde el acceso a lo esencial sea tranquilo y justo.
Donde el diseño no sea una respuesta automática, sino una pregunta abierta, una vasija que recibe todas las experiencias, validadas por el hecho de existir.
Donde la arquitectura no sea solo un hecho construido, sino una vida desplegada.

Te invito a soñar.
A crear imágenes propias.
A mirar más allá del ahora.
A levantar, gota a gota, los escenarios que aún no han sido vividos.

“Al erguirse, el ser humano descubrió el horizonte. Soñar el futuro es ese gesto ancestral de alzar la mirada, y caminar hacia lo posible.”